30 ottobre 2012

"Para evangelizar hay que compartir la vida"

La Hermana Denia Cubero Brenes, ha trabajado por 20 años en el campo de la educación en los pueblos de África Ecuatorial.
El testimonio de esta costarricense, Hija de María Auxiliadora y oriunda de Piedades Sur de San Ramón de Alajuela, es muestra del aporte que nuestra Iglesia hace a la extensión del Reino de Dios en territorios donde el Evangelio es poco o nada conocido.
En este domingo mundial de las misiones, la Hermana Denia encarna el modelo de misionero que, con nuestra oración y aporte económico, debemos acompañar.
Ana Cecilia Espinoza C. 
aespinoza@elecocatolico.org


¿Qué la motivó a la vida religiosa?
Desde pequeña quise entregarme al Señor. Aunque no sabía que significaba ser monja, en el fondo de mi ser yo sentía que sí podía convertirme en una religiosa. Tuve la oportunidad de conocer a las hermanas salesianas y su carisma, entonces a pesar de que no me sentía digna, Dios me fue dando su gracia. A los quince años, sentí con una mayor fuerza ese llamado a la vocación religiosa. Se trata de un amor profundo a Jesús, es algo que no puedo explicar, pero siempre he dicho que es como el amor que nace entre una pareja.

¿Entonces pensó que haría misión fuera del país?
Las hermanas salesianas somos misioneras desde el origen de la congregación por nuestras fundadores, pero no es exigido que una sea misionera, sino que cada quien va descubriendo el objetivo de su llamado, en mi caso a la vida misionera. Además, uno siente la necesidad de llevar a Jesús a otras personas de países donde no la conocen.

¿En cuáles países ha llevado a cabo su servicio? 
Hace veinte años llegué a Costa de Marfil en áfrica Central, donde estuve por un tiempo, luego en Gabón del áfrica Ecuatorial por quince años y desde hace cuatro estoy en Camerún. Estamos en cuatro parroquias, y somos seis hermanas de diferentes nacionalidades. Ahora estoy de visita en mi país, con mi congregación y también con mi familia, pues también son muy importantes en mi vida.

¿A qué realidades se enfrenta cada día?
El inicio fue muy duro, pero luego la gente sabe que estamos por un servicio social y de salud. Al principio les da miedo, porque piensan que uno viene a imponerles creencias y a cambiarles la religión. Pero nosotras les hacemos ver que llegamos a compartir, la vida de ellos. Es decir, nos adaptamos a ellos, participamos de su tradiciones, aprendemos a amar las cosas bonitas de su cultura, porque son pueblos de mucha historia. La Iglesia no es perfecta, ahora hemos entendido que para evangelizar primero hay que compartir la vida, para que acepten vivir nuestra vida como decía la Madre Teresa de Calcuta: "Enseñarles a pescar y no darles el pescado sin ningún esfuerzo", el reto más grande es que ellos aprendan a considerarse como todas las otras personas, con su dignidad y capacidad que Dios les ha dado.

¿En qué campos educativos incursionan?
Estamos trabajando a nivel de escuela, con un centro profesional, donde los jóvenes de diferentes edades y religiones llevan cursos de informática, turismo, cocina, con el objetivo de que puedan encontrar empleo, y por supuesto, lo más importante, la evangelización y la catequesis.

¿La mies es mucha y los obreros siguen siendo pocos?
Hacen faltan muchos misioneros en estos países. En la Iglesia se habla de que todos somos misioneros porque debemos llevar la Buena Noticia del Evangelio, y que transmitimos con nuestra vida a Jesús, pero hay lugares donde aún el Evangelio que nos trajo el Hijo de Dios no se conoce.

¿Ha estado en riesgo su vida?
La Iglesia desde el origen siempre denuncia lo que no está bien, lo que está en contra de la humanidad, por lo tanto siempre viviremos en persecución. En mi experiencia he visto mucha situación de corrupción e injusticas por una mala administración de las riquezas del país. De manera que tratamos de hacer denuncia a través de la concientización de la realidad que se vive en el país y eso crea problemas. En general los gobiernos aceptan nuestra presencia, porque saben que estamos ahí para ayudar al pueblo, pero hay situaciones políticas difíciles que en ciertos momentos nos producen miedo, pero sabemos que el Señor nos acompaña y mucha gente nos quiere y acepta.

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