6 dicembre 2014

Una mirada para devolver

Es significativo observar que de los viajes internacionales realizados por el Papa Francisco cuatro tuvieron lugar en territorios de mayoría islámica: al Reino de Jordania, al Estado de Palestina, a Albania y ahora a Turquía. «No soy un turista, soy un peregrino», dijo el Pontífice al hablar de la visita a la Mezquita Azul donde se detuvo a rezar durante algunos minutos con el rostro dirigido hacia la sacra ciudad de La Meca.

En un momento particular para toda la región del Cercano y Medio Oriente, el Papa reafirma su vocación de dialogar con los musulmanes. Creo que no me equivoco si afirmo que desde un punto de vista histórico Francisco es el Papa que más gestos ha tenido hacia el islam, gestos que llegan en un momento en que el mundo debe avanzar hacia un diálogo más activo y que se traduzca en acciones concretas de cooperación mutua.
Francisco dijo en más de una ocasión que no podemos resignarnos ante el hecho de que no haya cristianos en Oriente, y ciertamente también nosotros musulmanes no debemos resignarnos ante el hecho de que no haya cristianos en Oriente, porque ellos son parte de nuestra historia común y porque, entre altos y bajos en las relaciones, convivimos juntos desde hace más de catorce siglos. El Corán (5, 82) dice: «Encontrarás que los más cercanos a los creyentes son los que dicen “somos cristianos”» . El deber de las autoridades islámicas es, sin lugar a dudas, garantizar la libertad religiosa de las minorías que desean vivir en paz y en armonía: como dice el Corán (2, 256), «no cabe coacción en religión».
Muchos países del mundo islámico están atravesando situaciones de violencia. Cierto, es necesario afrontar las consecuencias de tales situaciones, pero es necesario también pensar que muchas de las realidades existentes son el resultado de la equivocada intervención de potencias ajenas a las regiones devastadas por los conflictos, así como de la falta de visión de algunos países de la región.
Francisco se dirigió, además, a los líderes musulmanes pidiéndoles más firmeza en la condena al terrorismo y habló también de islamofobia y de cristianofobia. En la Mezqutia Azul para rezar miraba en la misma dirección hacia la cual un cuarto de la población mundial dirige la mirada cinco veces al día.
Mirar hacia La Meca quiere decir mirar a los musulmanes directamente a los ojos. Estoy seguro de que la mayoría del pueblo islam es capaz de devolver esta mirada transformada en diálogo y fraternidad. Dice el Corán (3, 64): «¡Gente del Libro! Convengamos en una fórmula aceptable a nosotros y a vosotros, según la cual no serviremos sino a Dios» y «no tomaremos a nadie de entre nosotros como Señor».

Omar Abboud

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