8 novembre 2016

SOR MARIA LUISA FACCIN

Nace en Cornedo Vicentino (Italia), el 29 – 12 -1930.
Muere en Caracas, Venezuela el 06- 11- 2016.

1ª Profesión en Caracas - Venezuela el 15 -08 -1955
Profesión Perpetua en Caracas - Venezuela el 05 – 08 – 1961

María Luisa nació en Cornedo Vicentino, un pueblo de una larga tradición histórica y una hermosa naturaleza. Sus padres, Angelo y Rosa, según lo que María narraba, fueron agricultores y comprometidos cristianos. Tuvieron cinco hijos: Lina, María, Cecilia, Giovanni y Agnese. A María, el día de su bautismo la llamaron María Luisa, nombre que ha conservado siempre.
María Luisa realizó sus primeros estudios en su tierra natal, allí conoció a las Hijas de María Auxiliadora y el carisma salesiano en el oratorio, escuchó hablar de los misioneros y de las distintas tierras a las que habían llegado. Apenas salida de la adolescencia, María Luisa que era de carácter enérgico, decidió a los 19 años emigrar rumbo a tierra venezolana. Con gran solicitud preparó la documentación necesaria que le permitiría una inserción, sin problemas, en tierra caribeña y en el campo laboral. A su llegada a Caracas, trabajó como empleada en la Embajada italiana y vivió en la residencia salesiana de la Casa San José que en ese entonces se encontraba en la Av. San Martín. El ambiente alegre, la propuesta educativa de las hermanas con las niñas de la escuela y las jóvenes del pensionado, su presencia cercana y familiar pronto conquistaron el corazón de María Luisa, quien que no pudo resistir al Señor que la llamaba a un seguimiento evangélico más radical.
Ingresó al aspirantado el 24 de septiembre de 1951, las hermanas del pensionado de San José así relatan la noticia: “Hoy una querida joven del pensionado entra como aspirante a nuestra casa de Los Teques. Es la primera flor que florece para el Señor en este nuestro pensionado. Rezamos por su perseverancia y para que otras puedan seguir su ejemplo”. Y la oración de las hermanas y el testimonio de María Luisa abrieron el corazón a otras jóvenes que pronto se unieron a ella en la casa de formación. La crónica del Aspirantado narra que ese año, las aspirantes eran tantas que tuvieron que ser hospedadas en la casa de una bienhechora, llamada “Casa Blanca” y que la inspectora tuvo que poner otra hermana para acompañar a las numerosas formandas. María Luisa, siendo una de las mayores, contribuyó con su actitud responsable a la buena marcha de las actividades formativas y puso sus dones musicales al servicio de sus compañeras. Ese año se inauguró la nueva casa de formación que albergó a 34 aspirantes y a María Luisa entre las 12 postulantes. Eran tiempos sociales y políticos, difíciles para Venezuela, el compromiso ciudadano de las hermanas de esta época fue un válido testimonio para las jóvenes generaciones en formación. Después de ocho meses, María Luisa ingresó al Noviciado viviendo un poco de estrecheces dado que el edificio dedicado a la comunidad, aún no estaba concluido. El suyo fue el primer grupo de novicias tan numeroso en nuestra joven Provincia venezolana.
El 15 de agosto de 1955, Sor María Luisa hizo su primera profesión con nueve compañeras, fue destinada a la casa de Altamira Colegio, como maestra de primaria. Luego de tres años regresó a la Casa de San José en donde maduró su vocación salesiana. En la década de los 60 a los 70 prestó su servicio educativo y comunitario en las casas de Coro, San Cristóbal y Barquisimeto, fue profesora y maestra de música, algunas hermanas recuerdan su dedicación y exigencia en las clases de piano que impartía a las alumnas.
En 1970 regresó a la patria para atender a su familia, con ellos mantuvo un vínculo muy cercano y aún a la distancia siempre los tuyo muy cerca del corazón, no sólo a los que quedaron en Italia, sino también a los que fueron emigrando a Canadá, Estados Unidos y Venezuela.
Regresó a Venezuela en 1971 y se reincorporó a la comunidad de Barquisimeto, luego pasó a la comunidad de Coro y Mérida. Más tarde, regresó a Barquisimeto, en todas estas casas, se desempeñó como docente, pero sobre todo, el título que más amó fue el de catequista. Sor María Luisa se definía como catequista nata, consideraba que nuestra vocación de educadoras salesianas se encarnaba de modo privilegiado en el anuncio catequístico. En las distintas comunidades, a las que la obediencia la envió, puso mucho empeño en elaborar numerosas propuestas para propagar la fe cristiana y la devoción mariana. Dedicó tiempo a perfeccionar su preparación religiosa y profesional con el estudio de la filosofía y posteriormente, con la obtención de la licenciatura de educación mención orientación para ofrecer una respuesta siempre más cualificada a la juventud venezolana. Sor María Luisa poseía la cualidad de saber cómo hacerse ayudar e implicar a los laicos en los proyectos que creativamente elaboraba. No tenía dificultad en pedir favores y en tocar diversas puertas y con insistencia, para realizar los planes que se había planteado.
Amante de las cosas naturales, tenía una especial inclinación por el uso de los medios naturales para aliviar las molestias de salud. En este campo, también se capacitó y pudo hacer algunos cursos de medicina natural. Desarrolló una capacidad particular de leer algunos signos físicos, sin embargo la fidelidad a la obediencia hizo que replanteara sus habilidades.
Sor María Luisa, fue una mujer que supo descubrir temprano, el potencial que tenían los medios de comunicación social, estaba convencida que podían ser un medio eficaz de evangelización y difusión de la cultura y la fe. Puso mucho empeño en la producción de programas sonoros y musicales entorno al mensaje cristiano y mariano. Sin embargo, esto no le basto, entró en contacto con los responsables de diversas emisoras radiales para que pudieran poner en el aire alguno de los clips que había elaborado en colaboración con algunos laicos. Posteriormente, contó con un espacio radial, a través del cual, hacía llegar el mensaje cristiano y sobre todo, podía alimentar en los radioescuchas una devoción afectiva y efectiva por María, la Madre del Señor. Como buena Hija de María Auxiliadora, fue amante de la Virgen, su devoción mariana era profunda y con sólidos fundamentos teológicos, ella no se quedaba en frases emotivas, sino que invitaba a imitar a María en el discipulado del Señor. Sor María Luisa supo valorizar las distintas iniciativas y los materiales que las hermanas preparaban, los atesoraba y los usaba para los encuentros catequísticos, sobre todo aquellos radiales.
La Provincia y la diócesis pudieron gozar de su animación catequística y mariana. Asimismo, por su capacidad de trabajo constante y minucioso, la Provincia le confío la investigación histórica del origen de nuestras obras en Venezuela. Con dedicación visitó las comunidades y fue recogiendo un valioso material que contribuirá a escribir la historia del desarrollo y evolución de nuestra presencia en Venezuela.
Las diversas dificultades de salud que se le fueron presentando, mermaron un poco su entrega y la llevaron en algunos momentos a ser aprensiva con el cuidado de su salud. Mantuvo con los laicos una relación de amistad, cargada de fe y amor a María. De igual manera, conservó el afecto y cercanía con su familia, con la cual mantenía una constante comunicación y un cariñoso recuerdo. Y los años, no debilitaron en Sor María Luisa su amor por la Patria y una comprensible nostalgia por su tierra natal.
Luego de una prolongada permanencia en la casa Provincial, aceptó, no sin sufrimiento, el cambio de comunidad e intentó adaptarse a las nuevas exigencias de su edad y ambiente. La comunidad de Coro la acogió con cariño y la acompañó en este proceso. En los últimos meses, se acentuaron en ella algunos achaques que la hacían perder un poco el contacto con la realidad. Una repentina caída, incrementó su desvarío e hizo necesario su traslado a la Villa San José para que pudiera estar mejor atendida. Durante esta semana los médicos pudieron verificar su estado de salud, sin embargo, apenas pudimos poner en acto las prescripciones médicas, porque el Señor y nuestra Madre Auxiliadora vinieron a llevársela, atendiendo a su solicitud de partir pronto a la casa del Padre.
Querida Sor María Luisa, agradecemos al Señor de la Vida, tu presencia en nuestra Provincia y tu amor filial a María. Confiamos que nos obtengas de ellos, el regalo de otras jóvenes que se sientan atraídas por el anuncio del Evangelio. Estamos seguras, que unida a nuestras cinco hermanas que te han precedido a la casa del Padre, pedirán por nuestra Patria Venezuela para que pueda reinar en ella la paz, el diálogo, la justicia y solidaridad. María Santísima te cobije bajo su manto como la hija queridísima que siempre intentaste ser. Gracias!

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